Sufrió más de la cuenta, es verdad, pero así también el festejo fue interminable. Claro, las victorias trabajadas son las que más se gozan; y Amalia ayer disfrutó de lo lindo.
También es cierto que no mereció sufrir tanto porque en el primer tiempo podría haber liquidado todo. Pero el “villero” anda con la suerte torcida. No pega una. Debe redoblar esfuerzos para poder ganar un partido que parece al alcance de la mano, y eso sucedió ayer.
En el primer tiempo, sin sobrarle nada, los dirigidos por Floreal García habían hecho los méritos suficientes para poner a su rival de rodillas. Pero la falta de puntería en los metros finales fue su peor enemigo. Entre los yerros propios y el travesaño del arco de Gerardo Godoy impidieron que el local se vaya al descanso en ventaja. Y para colmo de males, minutos más tarde recibió un golpe que no lo noqueó de milagro.
A los 10’ del complemento, Santiago Sánchez aprovechó una buena jugada de Juan Villafañe y puso el 1-0 para la visita. Inmerecida, es verdad. Pero los goles no se merecen, se hacen.
Consciente de ello, el “villero” salió a quemar las naves. Las variantes de García dieron resultado y el equipo comenzó a arrinconar a los santiagueños. Con Raúl Valdez como abanderado, fue al frente y el ex Sportivo Guzmán fue el encargado de sellar el empate.
Pero Amalia no se conformó, siguió buscando el triunfo y, de tanto ir, encontró el gran premio.
A dos minutos del final Diego Albornoz aprovechó una asistencia, de cabeza de Pablo Tapia y se metió, con pelota y todo, dentro del arco enemigo. Así se desató la fiesta de un “villero” que todavía sigue soñando en grande.